LA PRINCESA QUE VINO DEL OTRO LADO DEL MAR
Y vino de allá, del otro lado del mar, pero venía de paso, venía para marchar a otros lugares. Y nos daba tanta pena que se marchase, que se fuese de aquí, que empezamos a tratarla como a una princesa, como a una princesa de los pemones, de los yanomamis, de los waraos o de los aimarás.
Y entonces empezaron a salirle trozos de su alma de princesa y nos enamoró a todos. Y hoy comparte nuestras alegrías, aminora nuestras penas y nos acompaña en todo lo cotidiano.
¡Qué suerte tenemos de tener entre nosotros a una princesa que vino del otro lado del mar!
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