CARTA QUE NUNCA MANDÉ
Hola.
Todos los días espero un mensaje
tuyo. Pero no llega. La verdad es que no hay ningún motivo para recibirlo, no
tienes por qué contestar. Lo busco porque lo deseo. A mi manera te deseo, deseo verte, oír tus palabras,
escuchar tu risa. Deseo acariciarte, rozarte con mis dedos. Pero no es posible,
y lo único que puedo tener son tus palabras. Por eso las deseo.
Hoy
te recuerdo mucho, y en un intento de no estar siempre pensando en ti he salido
a pasear, pero mi alma enseguida se escapaba contigo.
Hoy
ha sido un precioso día de otoño. Paseaba por jardines de hojas otoñales,
cálidas. Y tú decías: ¡qué belleza, que hermosura! Y yo miraba y buscaba esa
belleza y esa hermosura, pero solo veía la tuya.
Y
hoy he querido embriagarme de ti, y he releído varios versos de Pablo Neruda. Y
los he leído con calma… y con sentimiento. Son unos versos bellísimos, y por y
para ti escogí especialmente estos:
Yo te recordaba con el
alma apretada
de esa tristeza que tú
me conoces.
Entonces, ¿dónde
estabas?
¿Entre qué gentes?
¿Diciendo qué
palabras?
¿Por qué se me vendrá
todo el amor de golpe
cuando me siento
triste, y te siento lejana?
¿Y por qué no te
acercas un poco y así escuchas mi adiós?
Ángel Rodríguez Cardeña
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