jueves, 18 de junio de 2020

Paseándonos por el bosque de Sajambre


Papá me ha mandado una foto tuya. En estos días te veo especialmente guapa y preciosa. La naturaleza está bellísima en esta época del año, en el otoño, y creo que se pone tan bonita porque tiene celos de ti y quiere competir en belleza contigo, pero no, no le sirve de nada. Tú sigues ganando.  
         Estoy en Asturias, emborrachándome de la belleza de su naturaleza. Tu foto la tengo en mi teléfono que uso como cámara y así siempre estás presente.
          Y en estos bosques, y en estos lugares pienso en ti. Bueno, no es que pensase en ti, lo que ocurre es que en muchos momentos estás conmigo y hablamos de lo que vemos y yo disfruto viendo tu cara y tus ojos al tiempo que saboreamos este paisaje tan maravilloso. Los colores de aquí saben a caramelo.
            De vez en cuando paramos para pasear y para sentir el frescor y la caricia del aire. Y en el bosque de Sajambre es uno de los lugares en donde paramos. Y paseando vemos unos árboles con barbas. Son los primeros que vemos y nos quedamos mirándolos con atención.
         ¿Y cómo es que tienen barba?, me preguntas. Y el árbol que estaba más cerca nos contestó: Hoy se ha retrasado la peluquera que viene a cortarnos la barba.
          Nos quedamos sorprendidos, pero no nos duró mucho la sorpresa porque enseguida apareció una pequeña duendecilla y empezó a cortarle la barba.
         Pero como había tantos árboles vinieron más duendecillos, peluqueras y peluqueros, para tardar menos. Y en un pispás dejaron a los árboles sin barba, les dejaron todos guapos y elegantes.
         Y no solo les cortaron las barbas, sino que también les maquillaron, les limpiaron las uñas y les dieron un poco de colorete. ¡Y qué bonito se quedó el bosque!
          Ahora en el otoño los bosques de hayas están maravillosos. Son magia en estado puro. Y sí, hemos disfrutado mucho, porque en medio de la magia corrías, te escondías detrás de un árbol y aparecías sonriente y te reías y reías. Jugábamos al escondite y me era muy difícil encontrarte pues tus ojos verdes se confundían con los verdes que también hay en el bosque. Y después de jugar al escondite nos fuimos a buscar setas, setas de caramelo y chocolate, que son las que hay en estos momentos en que todo es más dulce. Y así pasamos la tarde, en un lugar maravilloso, en un lugar mágico, en un lugar de ensueño.          
         Y todo esto sucedió en el bosque de Sajambre, un bosque que se llenó de magia, sueños y encantos solo con pensar en ti.
                  
Abuelo Ángel.
Ángel Rodríguez Cardeña

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