martes, 13 de agosto de 2024

DESPUÉS DE VISITAR EL MONASTERIO DE SUSO

     Bajamos del monasterio de Suso. Hace calor. Hay un ensanche y unas mesas, a un lado de la carretera. Es un lugar ideal para comer. Y mientras comemos, miramos lo que tenemos enfrente. La luz nos envuelve, nos envuelve a nosotros y a todo lo que nos rodea. La transparencia del aire es total. Hay una borrachera de verdes, verdes luminosos, verdes claros, oscuros, verdes amarillentos, ... son colores que parece que nos acarician, que parece que nos agradecen que les estemos mirando. Pero lo que acaricia la luz y el color, no es nuestra piel, es nuestra alma. Y para ella es un placer supremo sentir estas caricias, y en silencio, para que nada se alborote, pasamos tiempo y tiempo disfrutando del sosiego del alma.

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