sábado, 16 de noviembre de 2024

EL MUSEO DEL PRADO

 

EL MUSEO DEL PRADO


Conocí el Museo del Prado cuando tenía 16 años, cuando me fui a Madrid a estudiar Perito Industrial.

Cuando estudié 5º ó 6º de Bachillerato, ya no me acuerdo bien, estudié Historia del Arte. Me lo dio el padre Emilio (Emilio Rodríguez Almeida) y viendo las fotos que nos ponía en la pared y en la forma de dar la clase, se despertó en mi una gran afición por el arte. Cuando fui a Madrid enseguida me enteré de cuando se podía visitar gratis el museo del Prado. Era los sábados por la tarde.

Recuerdo la impresión que me produjo cuando entré y vi la galería central llena de enormes cuadros. Me sentí empequeñecido. Para mi fue como entrar en un gran templo. Ese fue mi primer templo del arte (y ahora que conozco muchos he de decir que era y es uno de los grandísimos templos del arte) Recorrí y recorrí todas las salas, dando vueltas y más vueltas en un intento desesperado de ver todo, de no quedarme sin ver ninguna de aquellas obras. No sé cuanto tiempo estuve pero si que tomé la determinación de volver los sábados por la tarde para ir viendo con calma aquella enorme cantidad de cuadros.

Y eso hice. Durante casi todo el año cada sábado por la tarde me iba al Prado con mi cuaderno de apuntes de Historia del Arte y miraba los cuadros de los pintores flamencos: Patinir, el Bosco, Hugo van der Goes, Roger van der Veyden, y un larguísimo etcétera; de los pintores italianos del Trecento, Quatrocento, etc.; de los grandes pintores españoles: el Greco, Velázquez, Goya, Ribera, Murillo, etc. y así podría continuar escribiendo nombres y más nombres. Me gustaba mucho ir al museo del Prado, disfruté mucho viendo tantos y tan magníficos cuadros. Aquella afición aún perdura, y ahora, cuando voy a Madrid, procuro darme una vueltecita por el Prado viendo un par de salas solamente o los cuadros de un único pintor, aunque al entrar y salir la vista se me suele ir para todas partes. Y un secreto: casi siempre que estoy dentro procuro pasar cerca de donde están las obras de Velázquez y de Goya y así poder echarles un vistazo.

Es una suerte que me guste el arte y que tenga el Museo del Prado tan cerca y tan al alcance.


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