Los padres de mi tio Pablo vivían cerca de la casa de los abuelos. Cuando iba con mi madre al pueblo, siempre me mandaban a su casa a por “tostones” o “torraos” que eran garbanzos tostados con harina, aunque ahora de mayor he leído que los tostaban o freían con yeso ¿?. No sé quién me mandaba a por ellos, pero el caso es que yo iba contento, porque la madre de Pablo, Felipa, era una señora muy agradable y me hacía mucha gracia que siempre me dijera “Qué guapo estás, hermoso” Lo que más gracia me hacía era lo de hermoso, pues solo me lo decían aquí, en el pueblo de mi madre, en Villaluenga de la Sagra. Era una palabra que no acababa de entender su significado, pero me sonaba bien, me sonaba agradable y cariñosa. Casi siempre veía a una hermana de Pablo, que se llamaba Angelita, y con la que también me encontraba a gusto, igual que con su madre.
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