PERATALLADA
Durante un buen rato me siento en una esquina de la plaza de Peralada, a la sombra de unos árboles. De vez en cuando pasa alguien, pero esta gente no tiene costumbre de decir ¡Buenos días! a los desconocidos. Pasa un vagabundo con una bolsa azul.
¡Buenos días! Aquí se está bien, ¿verdad?
¡Buenos días! Sí que se está bien aquí.
Voy a buscar un sitio para sentarme a almorzar
Si quiere siéntese aquí, que yo ya me voy.
No, muchas gracias. Me voy a sentar en aquel escalón que allí se oye mejor a los pájaritos. ¿Si gusta?
¡Muchas gracias! ¡Qué aproveche!
Doy un pequeño paseo y a la vuelta veo al vagabundo almorzando. Empiezo a caminar más despacio. Hasta mí llegan las piadas de los pájaros. ¿Aquí sabrá mejor el almuerzo? Seguro que sí.
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